Ivan Illich
(Viena, 4 de septiembre de 1926 - Bremen, 2 de diciembre de 2002) fue un pensador austríaco polifacético
y polémico, clasificado como anarquista, autor de una
serie de críticas a las instituciones clave del progreso en la cultura moderna.
Criticó la educación escolar, la medicina profesional y de patente, el trabajo ajeno y no creador, y el
consumo voraz de energía necesaria para el desarrollo económico como una
negación de la equidad y
la justicia social, entre otros muchos temas.
Su esplendor surgió al conocerse sus primeras publicaciones en
los años 70, para caer
luego en un ciclo de reinterés y aparente olvido, pues su lectura están ligadas
al surgimiento de diversos movimientos sociales (ambientalistas, equidad,
minorías).
En una familia con antecedentes judíos, dálmatas y católicos. Al nacer, los
médicos le desahuciaron, pero a pesar de estos pronósticos adversos el recién
nacido iniciaría su vida de viajero pues ese mismo año viajaba a Dalmacia a
recibir la bendición que su abuelo tenía reservada para el primogénito de su
hijo.
Entre 1936 y 1941 vivió principalmente en Viena con su abuelo materno; era
considerado entonces como medio judío. En 1941 tuvo que huir a Italia porque ya
se le consideraba simplemente judío. Estudió histología y se
graduó con honores en cristalografía en
la Universidad de Florencia.
Entre 1942 y 1946 estudió y se graduó con los más
altos honores en teología y filosofía en
la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Fue ordenado sacerdote, y no aceptó
un ofrecimiento de trabajo como diplomático del Vaticano, sino que
prefirió trabajar como párroco asistente en Nueva York.
En 1956 fue
nombrado vicerrector de la Universidad Católica de Puerto Rico y
en 1961 fundó
el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en Cuernavaca, México, un centro de
investigación que impartía cursos de lengua y cultura hispanoamericana a
los misioneros norteamericanos.
Tras diez años de fecundísima labor, las publicaciones e ideas
emanadas del CIDOC le enfrentaron con el Vaticano, y en 1976 el centro se cerró con el
consentimiento de quienes allí laboraban y el acuerdo para distribuir
equitativamente el producto de su liquidación. Algunos de ellos establecieron
escuelas de idiomas en Cuernavaca, y dieron inicio así a un importante fenómeno
económico cultural.
A partir de los años 80, Illich viajó intensamente, y repartió su
tiempo entre los Estados Unidos de América, México y Alemania. Hizo una
estancia como profesor visitante de filosofía y de "Ciencia, tecnología y
sociedad" en la Universidad Estatal de Pensilvania, e impartió
seminarios y encuentros en la Universidad de Brema. Durante los últimos veinte
años de su vida sufrió un proceso cancerígeno de
tumores en la cara que, en congruencia con su crítica a la medicina
institucionalizada, se negó a tratar con métodos "profesionales".
Practicó en cambio técnicas terapéuticas de meditación y yoga. Los últimos años fumó opio, para hacer frente al tremendo dolor
causado por el tumor. En una fase inicial de diagnóstico le dieron una
esperanza de vida de apenas algunos meses, pero llegó a sobrevivir casi veinte
años más, y se hizo cargo él mismo de su enfermedad, en una relación de serena
y estoica "convivencialidad".
LA SOCIEDAD DESESCOLARIZADA
Su libro más aclamado fue La sociedad desescolarizada (1971),
una crítica a la educación tal y como se lleva a cabo en las economías
"modernas", pues considera que la educación tal y como se vive en
ellas, se reduce al consumismo, forzando a los aprendices a cursar un currículo
obligatorio. De igual manera, afirma que el sistema escolar vive en la ilusión
de que "la mayoría de lo que se aprende es resultado de la
enseñanza", sin embargo, al igual que McLuhan, sostiene que en su mayoría,
los aprendizajes se obtienen de manera casual y principalmente, fuera de la
escuela, incluso pone como ejemplo el aprendizaje de lenguas: "La mayoría
de las personas que aprenden bien otra lengua lo logran a causa de
circunstancias especiales y no de aprendizaje secuencial", por lo tanto,
confirma que "Si las escuelas son el lugar equivocado para aprender una
habilidad, son el lugar aún más equivocado para obtener educación". Lleno
de observaciones críticas sobre los planes de estudios de su tiempo, el libro
puede parecer desfasado, pero sus afirmaciones y propuestas básicas siguen
siendo tan radicales hoy como lo fueron en su momento.
A través de ejemplos reales sobre la naturaleza ineficaz de la
educación escolarizada como el anterior, Illich se mostraba favorable al autoaprendizaje, apoyado en
relaciones sociales libremente intencionadas en encuentros y conversaciones
fluidas e informales:
La educación universal por medio de la escolarización no
es factible. No sería más factible si se la intentara mediante instituciones
alternativas construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni unas
nuevas actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de
nuevas herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el dormitorio),
ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad del pedagogo hasta que
englobe las vidas completas de sus alumnos, dará por resultado la educación
universal. La búsqueda actual de nuevos embudos educacionales debe revertirse
hacia la búsqueda de su antípoda institucional: tramas educacionales que
aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida
en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse. Confiamos en estar
aportando conceptos necesarios para aquellos que realizan tales investigaciones
a grandes rasgos sobre la educación --y asimismo para aquellos que buscan
alternativas para otras industrias de servicio establecidas. Las últimas
frases dejan claro lo que el título sugiere: que la institucionalización de la
educación marca una tendencia hacia la institucionalización de la sociedad, y
por el contrario las ideas de des-institucionalización de la educación podrían
ser un punto de partida hacia la des-institucionalización de la sociedad. Y ahí
es donde la radicalidad de sus ideas queda clara. Como pensador holístico, con
una inteligencia formidable y una erudición cultural amplísima, Illich siempre
planteó sus análisis en los términos más amplios posibles, pero precisos y
certeros en sus críticas.
OBRAS
DESTACADAS
•
Energía y equidad
•
Némesis médica: la
expropiación de la salud
•
La
convivencialidad .
•
El H2O y las aguas
del olvido
•
El género
vernáculo
•
Un mundo sin
escuelas.
MAPAS
BIOGRAFIA CREATIVA
ANEXO
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